Según la Wikipedia nunca bien ponderada, el anglicismo “coaching” se refiere, en el entorno empresarial y personal, al “proceso interactivo y transparente mediante el cual el coach o entrenador y la persona o grupo implicados en dicho proceso buscan el camino más eficaz para alcanzar los objetivos fijados usando sus propios recursos y habilidades”.
Independiente de los matices y tipos de coaching que existen, la definición parece abarcar de buena manera el fondo que tiene esta herramienta, y su intención por modificar “formas de hacer” en las personas, permitiéndoles alcanzar sus metas. O facilitándoles el camino.
El proceso de coaching –no podemos perderlo de vista- es un proceso de asesoría. Como tal, está muy lejos de ser un proceso de magia, en el que el entrenador “convierte” a las personas en colaboradores “soñados”. El coach es una mirada externa, permanente y objetiva, que pone en evidencia y en análisis las acciones de su coachee (el “entrenado”), así como también los caminos alternativos que no ha podido llegar a ver.
Para Macaf, el coaching es una herramienta más para el abordaje de proyectos y programas con diferentes organizaciones. En ese, cuenta con estructura y metodología definidas, pero dinámicas, en cuanto están nutriéndose permanentemente del sentido que tenemos disponible a través de literatura, papers, seminarios y el debate permanente en torno a los llamados “Recursos Humanos”.
“Me han preguntado algunas veces si hacemos tal o cual tipo de entrenamiento. Y siempre responde que de cierta manera sí, porque nuestro modelo incorpora elementos del ontológico; del coercitivo; para la toma de decisiones; de negociación Creemos en una idea integral, más que en una demasiado cerrada”, explica Martín Cabrera Friar, Coach Profesional.
El coaching Macaf se distingue dentro del mercado de la consultoría de personas, además, por la preocupación puesta en los indicadores de avance; por la construcción de soluciones junto al coachee y por el compromiso con metas reales y concretas, en tiempos razonables de trabajo.
Concluye Martín: “Es imposible lograr un objetivo, por simple que este sea, si las personas se sienten impotentes y culpan a los demás por sus resultados. Es un desafío ineludible orientar a las personas para que busquen incansablemente ¿qué más puedo hacer para que esto funcione?”.